En Al ritmo de los acontecimientos


Me encanta este título, y no es mío, es una oferta de diálogo, de apoyo, de confianza… iniciativa de la Pastoral Penitenciaria de nuestra Diócesis de Teruel y Albarracín, para los internos que no reciben visitas o que simplemente necesitan hablar, comunicarse, desahogarse… con un amigo que acoge, en total confidencialidad.

Todos necesitamos una persona que nos acoja, en el sentido más profundo, con el corazón. Acoger con el corazón es ponerse en el lugar del otro, no juzgar, no justificar… simplemente escuchar, hacer preguntas, no inquisitivas, que nos ayuden a desgranar la vida, para dejar que los acontecimientos acumulados, también el dolor, fluyan como una corriente de agua que brota de nuestra intimidad.

Hoy día, tan comunicados con toda clase de aparatos y redes, nos encontramos más solos que nunca. Vivimos relaciones de microchip, donde un pequeño emoticono (ese dibujillo esquemático) nos puede ahorrar montón de palabras, pero lamentablemente también muchos sentimientos. Revisemos, por favor, qué es un sentimiento y cómo debe expresarse, pues estamos haciendo el ridículo a manos llenas.

A mí, personalmente, no me dicen nada, además de a los equívocos que nos pueden llevar. Me canso de decir a las personas que tienen amigos o mantienen noviazgos que no se expresen con dos o tres frases escritas, pues se leen según el estado de ánimo del que las recibe, pudiendo llevar a grandes confusiones. Llama por teléfono, que escuche la expresión de tu voz, pero sobre todo concierta una cita.

La vida es tan sagrada, que no podemos exponerla en los escaparates del mercadillo de las pantallas, en un intento de provocar aceptación por parte de los demás, pues no hacemos otra cosa que construir una existencia en la superficialidad. Las relaciones de verdad necesitan mucha complicidad en miradas, gestos, sentimientos, palabras y también silencios…

Hoy, que hay un verdadero culto a la inmediatez, que si no contestas una llamada de atención, al segundo te llenan la pantalla de interrogaciones; hoy que vivimos contra reloj en una sociedad acelerada y llena de obstáculos, es cuando necesitamos más tiempo para crear verdaderas relaciones, para disfrutar de una buena compañía, de saborear los minutos, la conversación, los gestos, los susurros, el calor de un verdadero hogar o del paseo lento y sosegado, que nos permita mirar con pasión los paisajes, los lugares que habitamos, las personas con las que convivimos, los latidos de nuestro propio cuerpo.

En una sociedad de las prisas, de la eficiencia, del falso spot publicitario y de la productividad de lo innecesario, necesitamos cada vez más ¡Todos! un espacio entre dos sillas donde mirarnos a la cara.

¡Ánimo y Adelante!

+ Antonio Gómez Cantero
Obispo de Teruel y Albarracín

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