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Teruel 24 de abril 2022

Carta a los cofrades de nuestro Obispo, don José Antonio Satué

Queridos amigos y amigas cofrades,

Después de vivir mi primera Semana Santa en la ciudad de Teruel, he sentido la necesidad de dirigirme a vosotros, para deciros ante todo una palabra: GRACIAS. Gracias a los peaneros, los penitentes, las bandas y los responsables de las cofradías y hermandades. Gracias por vuestro trabajo y vuestros sudores, para sacar los pasos a la calle, después de tres años sin poder hacerlo. Gracias por el mucho tiempo que habéis dedicado a la organización, los ensayos y el desarrollo de las diferentes procesiones y actividades.

Rezando detrás de vuestras peanas y mirando a los rostros de tantos hombres, mujeres y niños que contemplan los pasos que procesionáis, he podido ser testigo privilegiado del gran bien que hacéis, no sólo en favor del turismo y de la economía de la ciudad.

Gracias a vuestro esfuerzo, muchos turolenses y visitantes, viendo las imágenes que portáis, hemos sentido la llamada de Jesús, sentado sobre la Burrica, a seguir sus huellas cada día; hemos recibido fuerza contemplando la lucha de Cristo en Getsemaní, para no apartarse del exigente camino del amor; hemos visto a Jesús atado y le hemos pedido que nos desate de cuanto nos impide crecer en libertad y en fraternidad; hemos reconocido en el “Ecce homo” el modelo acabado de persona compasiva, sincera y coherente; junto al Nazareno hemos sentido el peso de la cruz de tantos hombres y mujeres a las que podemos aliviar; el Cristo del Amor nos ha enseñado que amar es servir, compartir y darse hasta el último suspiro; al verlo en el Descendimiento, nos ha invitado a bajar hasta los últimos, para que a nadie falte la caricia de Dios; desde el Sepulcro, nos ha comunicado la paz de quien ha cumplido generosamente su misión y descansa en las manos de Dios Padre; y el Resucitado nos ha transmitido que los gestos que hacemos en bien de los demás, tarde o temprano, germinan y dan fruto.

Gracias a vuestro trabajo, hemos podido acompañar a María, la Virgen del Rosario, de las Angustias, de los Dolores, de la Soledad y de la Esperanza; y hemos sentido su cercanía de madre, que nos comprende, consuela y anima.

Gracias a vuestra labor, algunas personas ancianas y enfermas, que miran desde las ventanas de sus casas, y muchas otras que sufren han podido sentirse comprendidas y consoladas, al descubrir que Dios comparte su dolor. Gracias a vuestro esfuerzo, muchos niños y niñas han podido ver por primera vez una imagen de María o de Jesús y, señalándolas con sus deditos, han preguntado a las mamás, los papás o los abuelos quién es ese señor o esa señora. Gracias a vuestra dedicación, muchas personas que habitualmente no van a la Iglesia –algunas con una cerveza en la mano– han levantado sus ojos a la Virgen o al Señor, les han confiado una preocupación o han recibido una mirada de aliento.

En definitiva, gracias de corazón por los sentimientos que suscitan vuestras imágenes en tantas personas de bien, que nos mueven a afrontar la vida con esperanza y a acercarnos a Dios y al prójimo, con una actitud renovada de entrega confiada. ¡Adelante, amigas y amigos cofrades! ¡Merece la pena vuestro esfuerzo!

Deseo con todo el corazón que vuestra participación en las procesiones os haya servido a vosotros mismos, para crecer, al menos un poquito, en fe, esperanza y amor.

También quisiera compartir mi alegría al comprobar que os ayudáis entre cofradías, que no tenéis problema para vestir el hábito de otra hermandad y echar una mano. Del mismo modo, me ha parecido muy bonito que miembros de las diversas cofradías colaboréis en la procesión del Resucitado. Por este camino tenemos que seguir avanzando en la Iglesia. El Papa Francisco nos anima encarecidamente a vivir la “sinodalidad”; es decir, a “caminar juntos”. Haciéndome eco de esta llamada del Santo Padre, quisiera alentaros a cuidar la fraternidad dentro de las cofradías o hermandades, la fraternidad entre cofradías y la fraternidad con la parroquia en la que cada hermandad está integrada. ¡Caminemos juntos, caminemos junto al Resucitado!

Por otra parte, quisiera manifestaros mi voluntad de acompañar a las cofradías, de la capital y del resto de la Diócesis, en vuestras procesiones y actividades, siempre que lo consideréis oportuno y lo permita mi agenda.

Finalmente, desearía poder ofreceros ayudas concretas, de acuerdo con las delegaciones diocesanas competentes, para vivir con más alegría y fuerza vuestra condición de cofrades cristianos, tanto en las celebraciones y procesiones como en la vida cotidiana. Ya tendremos ocasión de reunirnos, para concretar propuestas que se ajusten a vuestras posibilidades y deseos.

Un saludo muy cordial a vosotros y a vuestras familias, en el Señor.

José Antonio Satué Huerto
Obispo de Teruel y Albarracín

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