El domingo 3 de marzo, Día de Hispanoamérica, recordamos a los sacerdotes españoles que fueron a trabajar a aquellas tierras, azotadas entonces por la penuria vocacional. Ahora un buen número de sacerdotes latinoamericanos colaboran en algunas diócesis españolas, en una muestra palpable de la catolicidad de la Iglesia. Demos gracias a Dios, en esta jornada, por la generosidad de unos y otros.
El Cardenal Robert Prevost, Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, comenta en su mensaje el lema de esta Jornada ?“Arriesgan su vida por el evangelio”? a la luz de la vida y martirio de San Óscar Romero, con estas palabras: «Era un hombre que amaba a Dios y a su pueblo. A través de un proceso de purificación y conversión, descubrió que el amor de Jesús hay que ofrecerlo más allá de la zona de confort, arriesgando la vida… Justo en la homilía, pronunciada pocos instantes antes de ser asesinado, dijo: “Acaban de escuchar en el evangelio de Cristo que es necesario no amarse tanto a uno mismo, que se cuide uno para no meterse en los riesgos de la vida que la historia nos exige y que quien quiera apartar de sí el peligro perderá su vida. En cambio, el que se entrega por amor a Cristo al servicio de los demás, vivirá”. Esta es la más grande verdad. La vida encuentra su destino verdadero en el amor. El amor, que implica ofrendar la vida por nuestros hermanos trascendiendo la retórica y sumergiéndonos en la gran aventura que significa seguir la vocación que el Señor nos ha confiado».
Nuestra diócesis de Teruel y Albarracín ha sido generosa al compartir con las Iglesias hermanas de Latinoamérica el servicio evangelizador de sacerdotes, personas consagradas y cristianas y cristianos laicos. ¡Bendito sea Dios por todos ellos! Y bendito sea también por los que ahora han llegado de allende los mares a nuestra tierra “vaciada”, dando una nueva vitalidad a estas comunidades cristianas demográficamente empobrecidas. Unos y otros han sido y son capaces de entregar y, en cierto modo, “arriesgar su vida por el Evangelio”.
Al pensar en todos ellos, recuerdo emocionado la acogida cariñosa que me han dispensado las comunidades cristianas latinoamericanas que he tenido la gracia de visitar. Han conseguido que entre ellos me sintiera como en mi propia casa y sus despedidas han sido especialmente generosas y cariñosas. Dios quiera que nosotros los acojamos y les abramos nuestras puertas de igual manera. La Eucaristía que celebramos en la Catedral el 12 de diciembre pasado, con motivo de la fiesta de la Virgen de Guadalupe, nos siga dando impulso para que, al tiempo que ellos alientan en nosotros la fe, les ayudemos a vivir sus bellas tradiciones religiosas, logrando que este intercambio sea enriquecedor para todos.
Recibid un saludo muy cordial en el Señor.