
Parábolas de los Evangelios
Joan Blesa
La historiografía artística tradicional pasó buena parte del siglo XX confrontando, como si de una antítesis se tratara, el arte no objetual con el arte figurativo, abstracción con realismo, realidad simbólica con realidad objetiva. Esta perspectiva de lucha de contrarios, ya está superada en beneficio de la aceptación de la validez de ambas opciones como vehículo de transmisión de mensajes artísticos contemporáneos. Sin embargo, todavía quedan restos del enfrentamiento, apriorismos con los que se carga a una u otra en función de la interpretación de espectador. Los adalides de la abstracción formal criticaban el realismo por ser imitación de la forma natural. Los seguidores de lo académico y de la tradición occidental, hacían lo propio con las primeras vanguardias, denostándolas por falta de consistencia técnica y de contenido.
El arte cristiano se posiciona con el realismo por tradición. Al ser las imágenes modelos de comportamiento para los fieles, que sean reconocibles, semejantes al natural, las hace más próximas al espectador. El fiel no dedica tiempo en interpretar las formas, si no en exprimir el contenido religioso al que éstas sirven como vehículo. Escenas de la vida de los santos, los episodios de su martirio, los momentos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo… se plasman artísticamente a partir de la descripción textual del acontecimiento. Es el paso directo de la recreación de lo ocurrido desde la palabra a la imagen. Por ello, no ha sido sencillo en la temática religiosa dar cabida a otras formas de expresión plástica fuera del realismo.
La exposición que presentamos en el Museo de Arte Sacro de Teruel se compone de un conjunto de siete lienzos de diferentes formatos realizados por el artista Joan Blesa. Este joven artista valenciano, cursó sus estudios de Bellas Artes en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas del campus universitario de Teruel. Precisamente, para la elaboración de su Trabajo de Fin de Grado, trabajó en un primer proyecto artístico que, posteriormente desarrollado, dio lugar a la colección de obras que ahora presentamos.
El asunto sobre el que todas ellas orbitan no es otro que el de las Parábolas de los Evangelios. Con este título, el autor nos presenta una serie de interpretaciones de las conocidas enseñanzas de Jesús. Se han seleccionado seis de ellas: La parábola de la lámpara encendida, la parábola de los talentos, la de la vid y los pámpanos, la parábola del sembrador, la de la perla preciosa y finalmente la de la oveja perdida. Su estilo llama la atención por la perfección técnica en la descripción de la escena y de las figuras, hasta el punto de poder definirlo como hiperrealista. Pero lo más significativo es el mensaje propuesto por el artista. Una reflexión renovada sobre algunas cuestiones tan universales como la bondad, las buenas y malas obras, la esperanza y la dedicación a las cosas que realmente lo merecen.
Es pues la demostración de la capacidad del realismo de transmitir conceptos más allá de los mensajes tradicionales. La forma real se reconoce, reconocemos el cordero, la vid o la perla, pero no nos conduce a la representación pura, si no a la representación simbólica. El cordero es el descrito en el evangelio, pero está esperando la llegada del pastor, perdido, incluso podríamos decir que con miedo. Esa desorientación y la esperanza en ser ayudado es lo que transmite el cordero. Como en este caso, el resto de obras van transitando por la misma senda conceptual, descubriendo la capacidad del realismo para construir discursos abstractos sin que esto suponga oposición alguna con el arte no objetual.
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