In Carta desde la fe, Obispo de Teruel y Albarracín

 

Queridos hermanos y hermanas, al concluir mi servicio como Obispo de Teruel y Albarracín, renuevo mi petición de perdón por aquellas ocasiones en las que no supe estar a la altura de la llamada del Espíritu ni de vuestra generosidad. Pido perdón especialmente a quienes haya herido con mis palabras, actitudes y silencios.

Estos días, al hacer balance, me ha pesado en la conciencia haber priorizado, en demasiadas ocasiones, el trabajo de despacho por encima de la presencia en parroquias, grupos y encuentros. Me ha faltado tiempo para compartir oración, proyectos, risas, preocupaciones y esperanzas; para asomarme y comprometerme con vosotros, desde la Iglesia, en la realidad social de esta tierra, tan bonita, tan olvidada por muchos y tan necesitada de personas e instituciones que apuesten decididamente por ella. También en esto me he quedado corto y pido perdón.

Con espíritu sincero de humildad, alabemos al Señor, fuente de todo bien, por lo que hemos podido construir juntos en estos cuatro años; gracias a los talentos que Él ha sembrado en cada bautizado y bautizada; gracias a tantas generaciones de creyentes que nos han precedido con el signo luminoso de la fe y la caridad; y gracias al tsunami de esperanza evangélica que ha despertado el pontificado de Francisco, junto con los primeros compases de León en la sede de Pedro.

Damos gracias por el proceso sinodal que culminó en la redacción y publicación del Plan Pastoral; por las asambleas diocesanas, donde tantas personas —especialmente de nuestros pueblos— nos hemos sentido piedras vivas de este templo espiritual que es la Diócesis de Teruel y Albarracín. Gracias por cada esfuerzo orientado a avanzar en sinodalidad, renovar la formación de niños, jóvenes y familias en parroquias y colegios, impulsar la acción social en nuestras comunidades y acercarnos a las personas que sufren y a quienes se sienten lejos de la Iglesia. Gracias por el trabajo realizado para asegurar la viabilidad económica de nuestra Iglesia y por los intentos —aún no consolidados— para fortalecer la vitalidad de las Unidades Pastorales y sus Equipos. Gracias por proyectos tan significativos como Repara y el Centro de Escucha Esperanza, que se ha ido definiendo en el último año.

Y finalmente, con todo cariño me permito deciros que no puede paralizaros el hecho de que los últimos obispos de Teruel y Albarracín hayamos permanecido poco tiempo al frente de la Diócesis. A pesar de las dificultades que esta situación produce, hay motivos sobrados para seguir desarrollando nuestro sugerente Plan Pastoral 2023-2028. Es más, esta situación puede suponer una oportunidad para que todo el Pueblo de Dios –sacerdotes, laicas y laicos, religiosas y religiosos– asumáis con mayor responsabilidad la misión que el Señor os confía; como sucede en tantas familias que, cuando falta el padre o la madre, los hijos se crecen, se unen y se ponen en marcha.

Recibid un saludo muy cordial en el Señor.

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