Cuando era niño, D. José, nuestro párroco, nos dejaba en la mesa de la sacristía la revista infantil “Aguiluchos” de los padres combonianos. Y reíamos con las inocentes aventuras de Humonegro y vibrábamos con las historias, tradiciones y cuentos en torno a la hoguera, allá en una perdida aldea africana. Todos soñábamos con ser algún día como aquellos misioneros, y predicar la fe de Cristo, incluso entregando la vida con el martirio, como aquellos jóvenes y niños africanos: Carlos Lwanga, Kizito, … o como tantas y tantos misioneros en el mundo.
Según el estudio anual “Status of Global Missions”, el número de ateos y “no religiosos” –en lo que llevamos de milenio– descienden en unas 1000 personas diarias. El budismo gana 13.800 adeptos al día, el hinduismo 37.000, el islamismo 79.000 y el cristianismo 83.000, cada uno sumando todas sus variantes o ramas dentro del mismo tronco. Entre otras, en el cristianismo, la iglesia anglicana crece diariamente en 3.000 personas, la ortodoxa en 5.000, la católica 34.000, los protestantes “clásicos” 20.000, y los protestantes “pentecostales y carismáticos” aumentan 37.000 fieles cada día. Y los que el estudio llama “cristianos del margen” (Testigos de Jehová, mormones, y otros cultos o iglesias que creen en la Trinidad o en la divinidad de Jesús…) crecen al ritmo de 2.000 al día. Ya veis, aunque Jesús poco antes de ser llevado a la cruz oraba: “¡Padre, que todos sean uno!” pues cada día hay más y más denominaciones “cristianas” distintas: 16.000 al comenzar el siglo XX, a inicios del XXI, hace tan sólo 15 años, eran 34.000 instituciones eclesiales y este año ¡más de 42.000! En el 2011 los cristianos de todas las iglesias, feligresías, congregaciones y “cultos” habíamos hecho circular 71 millones de biblias por todo el mundo (ya hay más de 1.740 millones de biblias en el planeta y muchas de forma clandestina). Esto es muy serio, después de evangelizar y misionar divididos nos toca orar por la unidad entre nosotros más que esforzarnos por unirnos, pero eso es harina de otro costal.
La fe crece, sí, está claro según los sociólogos, y aun así en el mundo hay dos mil millones de personas que no saben nada del Evangelio y otros dos millones seiscientos mil, que habiendo escuchado alguna vez hablar de Jesús o participado en su Iglesia, ahora pasan del tema. Punto y aparte.
Pues por eso mismo, estos tres últimos años, según el mismo estudio, organizados en 4.800 grupos misioneros distintos, 409.000 cristianos han sido enviados a un país que no es el suyo para evangelizar. Son los misioneros. Todos estos misioneros se han comprometido a anunciar el Evangelio a los que todavía no lo conocen y que representan las dos terceras partes de la humanidad.
Dentro de la Iglesia Católica, existen actualmente 983 “territorios de misión” repartidos por los cinco continentes y, en ellos, están entregando su vida casi 50 mil sacerdotes, religiosas y religiosos, además de 370 mil catequistas, casados o solteros, que trabajan a tiempo completo o parcial. Son personas que van a otros lugares para hablar a los hombres de Jesús Resucitado, para enseñarles a orar, para crear espacios de dignidad humana, para anunciarles la misericordia y el perdón: ¡que Dios es esencial en nuestras vidas! La verdad es que todas estas cifras, desde Europa, nos hacen perder la perspectiva y nos dan vértigo pues la situación de la creencia entre nosotros es bien distinta. Pero este es el estado de la cuestión, es decir: ‘la situación en que se encuentra, en este momento preciso, el asunto del que tratamos’. Ahora bien, este estudio no son sólo números, sino sobre todo las preguntas y afirmaciones que nos suscitan. Nosotros, nuestra iglesia, ¿no estaremos demasiado aletargados? Porque el principio es claro, sólo generan misioneros y misioneras las iglesias particulares con vida, con mucha Vida.
¡Ánimo y Adelante!
+ Antonio Gómez Cantero
Obispo de Teruel y Albarracín