En Al ritmo de los acontecimientos


Es de noche. Me encuentro en mi escritorio un papel recortado a mano con una nota recordándome: No olvidar artículo de Iglesia en Aragón. ¡Vaya por Dios! ¡Yo que tenía pensado acabar con el último capítulo de “El tercer rey”! sobre la vida del cardenal Cisneros, de Pedro Miguel Lamet.

Como el que ha tomado una seria determinación, voy a ver el último telediario dela 2. Siempre asesinatos, enfrentamientos, guerras lejanas, terrorismo, insultos barriobajeros, quimeras políticas que se enzarzan como en un espino a la pobre realidad. El enfrentamiento y el ensañamiento, las ideologías encaramadas en el altar de la verdad, o del único Dios. Todo ello sazonado con la guinda de la última exposición artística sobre no sé qué autor que anda de paso por aquí. Me marcho entristecido a mi habitación, me da pena que seamos así.

Tengo un wasap en espera. Es mi amiga Maite, le contesto que tengo que escribir un artículo y no se me ocurre nada, es decir, que estoy en blanco, ya sabes, los olvidos y las prisas me bloquean. Pues escribe sobre la paz ­–me dice– el 30 de enero hemos celebramos el día de la paz en las escuelas, en recuerdo del asesinato de Gandhi… O si no, puedes escribir sobre el día de San Valentín. Por qué no hablas del amor en las cosas pequeñas… ¿Del amor en las cosas pequeñas? No sé, con este cuerpo y la hora que es…

Yo pienso en San Valentín, glorificado por el gremio de comerciantes (ya que después de la cuesta de enero no hay quien venda una escoba), más como un santo de adolescentes enamoradizos, de miradas cautivadoras, sonrisas lánguidas y suspiros de beaterio perdidos en un horizonte con puesta de sol incluida. Santo de pulseras de bisutería y anillos de baja calidad. Vamos que no me parece serio, con perdón de la chavalería.

Para mi, el día de los enamorados, me parece más el de la familia de José, María con niño incluido. Amor del día a día, de por favor, acércame aquí esa silla, o mientras estoy fuera da una vuelta al puchero no se me queme la comida. Amor de… ¡cuidado con el peque que nos escacharra el televisor! ¡Chsss…pluf! Bueno ya es igual, contaremos historias a partir de mañana… Y con la televisión, que no sirve más que para llenar el hueco del armario, la pared del salón llena de garabatos, dignos de la escuela de Picasso, la toalla del baño arrastrada cual indio machacado por los suelos, y encima las lentejas con un tufillo algo así como que nos hemos pasado de flambée… Si con todo esto y más, somos capaces de mirarnos con profundidad a esos ojos que –enmarcados en dos cejas furibundas– se han perdido en un ansioso recuerdo al bueno de Herodes…  Digo, que si somos capaces de mirarnos con complicidad y soltar una carcajada… feliz día de los enamorados.

Antes de acostarme pongo la radio. Una tertulia habla de los crímenes machistas del año anterior: un padre a su hija, un esposo a su esposa, un novio a su novia, un compañero a su compañera, un hijo a sus padres ancianos, un ex-esposo a su ex-esposa… No, no son crímenes pasionales, ahora se llama violencia de género. ¡San Valentín bendito! Cuándo serán noticia la caricia y el beso.

¡Ánimo y Adelante!

+ Antonio Gómez Cantero
Obispo de Teruel y Albarracín

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