Tan solo hace unos días que celebramos a “La Santa”, así sin más, como dicen en Ávila. Para el resto de los mortales es Santa Teresa de Jesús, aquella mujer, “más lista que los ratones coloraos” que vivió en tiempos de cambios y reformas: cambio de sociedad y reforma de la Iglesia. En aquellos tiempos, de los que decía Urs von Balthasar, que en España se hablaba de teología en las tabernas.
Y es que el esfuerzo por hacer llegar la teología al pueblo, no pasó solo por los libros, de la recién estrenada imprenta, o de los sermones, a los que acudía la gente en masa, en algunos casos, sino también por el teatro. Los autos sacramentales hicieron que muchos comenzasen a comprender y también a argumentar lo que los grandes teólogos habían discutido en el Concilio para dar repuestas a las Iglesias Reformadas o protestantes.
Cuando paso por los grupos en catequesis de confirmación, descubro como nuestros adolescentes desconocen lo más elemental de nuestra fe, no sólo en cuanto contenidos, sino también en cuanto a sus expresiones, ya sean artísticas, de testimonios de vida o celebrativas. Y además no vibran ni les interesa lo más mínimo. Los catecismos se les caen de las manos, las posibles actividades no les llenan y los catequistas, en muchos casos, tienen problemas serios de empatía y comunicación.
Algunos catequistas, de vez en cuando, utilizan alguna película en las sesiones de catequesis, pero la mayoría por ser vidas de santos mal enfocadas, de un discurso simplón, e incluso ñoño, a los catequizandos ni les llega al corazón ni les interesa los más mínimo.
En otoño del 2011 hubo en Roma el primer simposio sobre “Cine y Fe”, donde participaron directores, productoras y críticos de cine. Yo estuve allí acompañando al director de cine Pablo Moreno (“Un Dios, Prohibido”, “Red de libertad”, “Luz de Soledad”, “Poveda”…) invitados por el Consejo Pontificio de la Cultura. El encuentro estaba encuadrado dentro de la propuesta de “El Atrio de los gentiles”. El cardenal Ravasi, presidente del Consejo, cerró el congreso con una llamada para que el cine sea una propuesta seria de Evangelización, o al menos que nos ayude a plantearnos las preguntas esenciales de la existencia: el dolor y el sufrimiento, el sacrificio y la entrega, el amor y la muerte…
Ahora también son tiempos de cambios profundos de la sociedad y de Iglesia. Todos tenemos que ponernos manos a la obra. El cine, el teatro, la música… son medios que no podemos obviar porque nos llegan a lo más profundo del corazón. Creadores, directores y compositores deben aunar esfuerzos para que su producción nos toque la fibra más profunda y sean una puerta abierta para el diálogo con Dios.
¡Ánimo y adelante!