Los que somos un poco mayores y nos gusta ir al cine, este era el título de una superproducción americana. Es una de las películas clásicas del cine de aventuras, protagonizada por Charlton Heston y Eleanor Parker. La marabunta era una inmensa colonia de hormigas que arrasaban todo a su paso y, cual plaga bíblica, dejaba las plantaciones roídas y sin cosechas.
Ahora se aproximan las fechas navideñas y como hormigas devoradoras nos llegan tantos mensajes que no damos abasto. Lo malo es que, como la marabunta, todos son iguales, repetitivos e impersonales. ¡Ale! abres el móvil y te estampan en la retina un árbol sostenido por un montón de cajas envueltas en papel charol y grandes lazos, o un niño riquísimo casi preparado para hacer un anuncio de papillas, o unas estampas melifluas de portales y siluetas de camellos o de paisajes nevados, o unas lucecillas chillonas que te quieren alegrar el día o la noche, o un sonriente gordo vestido de rojo en equilibrios imposibles, también te envían gatitos, hadas, flores… y eso a todas las horas y todos los días.
Además, están las frases bonitas (algunas con su musiquilla metálica) que no son más que eso, frases bonitas. Los más cultos te plantan un texto interminable de no sé quién (incluso, puede ser de un santo padre, cargado de la más alta teología) de los que lees las primeras líneas y dices ¡Más de lo mismo! Otros, que rayan el pensamiento políticamente correcto, envían poemas de Galeano, Borges, Neruda, Coelho, Tagore, … pero que no tienen nada que ver con lo que celebramos. También los hay que pertenecen a una ONG y aprovechan para hacerte, quieras o no, propaganda de sus compromisos personales, aunque tengan que forzar un poco la intención. Siempre he pensado que hay tiempo para celebrar y tiempo para reivindicar. ¡Qué pesados nos ponemos, Dios mío! Parece el tiempo de las frases bonitas, porque por la hartura no rozan ya los sentimientos.
Y finalmente los vídeos. Ya sabéis, mucho villancico, coros y cuartetos vocales. Mejor me callo. Y todo este fusilamiento en Noche Buena, Navidad, fin de año, año nuevo y Reyes… A veces, al menos te dices: aunque es impersonal, quizás, ha pensado en mí al enviarlo, pero ¿si te han metido en una “lista de difusión”? Ni eso, formas parte de una lista propagandística que todos distribuimos como autómatas. Nos gusta algo y ¡zás! para toda la lista, sin pensar que al que se lo envías no le pueda gustar o le de todo igual. Y si te llega la misma, muchas veces incluso, la eliminas antes de abrirla. Lo malo, es que cuando hablas con los demás te dicen lo mismo. Hay como un desasosiego, pero por no ser yo el único que no envía nada, pues ¡ahí te va! Y lo mismo digo de las tarjetas navideñas.
Sobre esto, nosotros los cristianos tenemos que cuidarnos. Debemos, sobre todo, centrarnos más en el misterio de la Navidad. No podemos ir como las hormigas devastando nuestras tradiciones. Es verdad que nos recordamos, pero qué pocos preguntan: ¿Cómo estás? ¿Sabes?, me he acordado de ti. ¿Cuándo podremos quedar y tomar algo juntos? Quizás esto solo sirva. Así, sin dibujos, sin frases hechas, sin vídeos… Es preferible escribir tan solo unas frases, a las personas que llevas en el corazón, y expulsar a la marabunta de nuestros sembrados.
¡Ánimo y adelante!