Tan solo diez días tuvieron que pasar, de aquel aciago 15 de abril, cuando la techumbre y la aguja de la catedral de Nuestra Señora de París fuera devorada por las llamas, para que el primer ministro francés, Edouard Philippe, convocara un concurso internacional de arquitectura, para que comenzasen a presentar proyectos que reconstruyeran tan emblemático edificio.
Y la verdad, que ya hay propuestas increíbles, por valientes y arriesgadas. Pero también hay un debate abierto, donde se discute si se debe parecer a lo que fue (al menos su reconstrucción del siglo XIX) o se debe hacer algo tan increíblemente nuevo que sea símbolo del siglo XXI, y de una imagen renovada, para propios y extraños.
Pero el título de este artículo, aunque parezca mentira, no trata de la reconstrucción de Notre Dame, renovada o reformada, sino de la propia iglesia católica, en la que habitamos todos nosotros, discípulos del Señor.
Fue en el duro invierno de 1205, cuando, el joven Francisco de Asís, entró a rezar a la desmantelada iglesia de San Damián, y mirando, cubierto de lágrimas, el crucifijo puesto sobre el altar “oyó con sus oídos corporales una voz procedente de la misma cruz que le dijo tres veces: «¡Francisco, vete y repara mi casa, que, como ves, está a punto de arruinarse toda ella!» …” (Relato de San Buenaventura LM 2,1)
El diario LA CROIX, de la Conferencia Episcopal Francesa, invita a todos sus lectores del 27 de marzo, cuando lanzó la idea, hasta el 7 de junio de 2019, a participar en una gran consulta sobre el tema “Reparemos la Iglesia”, haciéndose eco del fundamento de la vocación de san Francisco de Asís. Se trata, dice el diario, no solo de hacer una llamada para diagnosticar la situación real de la Iglesia en estos momentos, sino también una invitación para hacer propuestas que busquen una mayor fidelidad al Evangelio. Y lanza una serie de preguntas, más aquellas que quiera añadir la persona interesada por el tema.
Ahí van, para que podamos también nosotros reflexionar: La Iglesia católica vive un momento particular de su historia ¿Cómo lo calificaría? ¿Qué sucesos de los últimos meses le han marcado particularmente? ¿Estos acontecimientos le han hecho cambiar su imagen sobre la Iglesia, sus compromisos, su ayuda? ¿Tiene el sentimiento que es difícil mostrarse como católico en este momento? ¿Los acontecimientos han cambiado su mirada hacia los curas que conoces, los obispos, el Papa? ¿En este periodo de confusión, a qué se ha aferrado usted? ¿Ha encontrado espacios donde haya podido hablar con otros lo que vive la Iglesia actualmente? Según usted, ¿a qué escala es más urgente actuar para hacer evolucionar las estructuras y el funcionamiento de la Iglesia? ¿en el plan universal, en el plan diocesano o en el plan local? Y usted, personalmente, ¿qué puede hacer para contribuir a “reparar la Iglesia”? ¿Ha comenzado ya? Según usted, ¿cuáles son las tres actuaciones prioritarias en la Iglesia? ¿Qué propuestas concretas has puesto ya en marcha o quisiera comenzar para “reparar” la Iglesia? ¿Qué les diría a los responsables de la institución eclesial? ¿Otras sugerencias?
Menos mal, que el periódico francés lanzó la propuesta veinte días antes de que las llamas engulleran Notre Dame, si no, como Francisco de Asís, estaríamos pensando en reparar tan solo el edificio.
¡Ánimo y adelante!