In Carta desde la fe

 

Caminar y avanzar juntos ha sido norma y práctica de la Iglesia desde sus orígenes. La sinodalidad no es algo que ahora está de moda porque el Papa insiste en ella, sino porque “expresa la naturaleza de la Iglesia, su forma, su estilo, su misión” (Francisco, 18/IX/2021). Bien es verdad que no siempre ni en todos los ámbitos se ha vivido con la deseable intensidad, pero también hemos de reconocer que el momento actual es un tiempo de gracia para crecer en este camino.

Con el fin de avanzar juntos, hemos de abrirnos humilde y confiadamente a los demás, cultivando lo que San Juan Pablo II llamó espiritualidad de comunión. Esta espiritualidad parte de “una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad, que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos… Espiritualidad de comunión significa, además, capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por tanto, como «uno que me pertenece», para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades… Espiritualidad de comunión es también capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios” (NMI 43).

Cultivar esta espiritualidad es imprescindible para avanzar juntos, pero también es necesaria una organización adecuada, que facilite la participación de todos los bautizados. “Todos fuimos bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo” (1 Co 12,13); por eso, “todos estamos llamados a participar en la vida y misión de la Iglesia. Si falta una participación real de todo el Pueblo de Dios, los discursos sobre la comunión corren el riesgo de permanecer como intenciones piadosas” (Francisco, 9/X/2021). En efecto, tan ineficaz resulta una espiritualidad de comunión que no cuaje en estructuras de participación, como peligrosas son las estructuras que, al no estar animadas por el Espíritu, corren el riesgo de producir nuevas formas de manipulación y dominio.

Profundicemos en este camino de comunión y participación, en el que se viene trabajando desde hace tantos años en nuestra Iglesia diocesana de Teruel y Albarracín. El mes pasado se constituyeron el Consejo Presbiteral y el Colegio de Consultores. Hoy domingo comienza su andadura el nuevo Consejo Diocesano de Pastoral, con la participación de mujeres y hombres, laicos, religiosos y sacerdotes, de todos los arciprestazgos. Muchas parroquias tienen sus consejos de pastoral y de asuntos económicos; otras los están promoviendo. En algunas comunidades más pequeñas sólo es posible convocar a todos los feligreses, dos o tres veces al año, para informarles de la economía y darles la oportunidad de que ofrezcan sus ideas. Los modos de participación son muchos y variados, seamos creativos para favorecer, con realismo y verdad, la participación de todos los bautizados. Os saludo muy cordialmente en el Señor

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