En Carta desde la fe

 

Hace algún tiempo, en un viaje, un joven, al ver mi distintivo sacerdotal, me dijo que él era católico. Le pregunté cuál era su comunidad o su parroquia. Respondió: “No tengo comunidad, creo en Dios y, cuando puedo, hago el bien y voy a Misa”. Mi interlocutor vivía su fe al margen de una comunidad concreta. Aunque esto no es lo habitual, lo cierto es que muchos cristianos van a su parroquia regularmente, sin considerarla su comunidad.

Esta realidad, a la que quizá nos hemos acostumbrado, contrasta con la vivencia de los primeros cristianos. Aunque sus comunidades no eran perfectas, no perdieron de vista el ideal descrito en el libro de los Hechos de los Apóstoles: “Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. Con perseverancia acudían a diario al templo con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón; alababan a Dios y eran bien vistos… El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma” (He 2,44-47; 4,32).

Así, el Papa Francisco recuerda frecuentemente la necesidad de vivir la fe en comunidad: “Somos cristianos porque pertenecemos a la Iglesia. Es como un apellido: si el nombre es «soy cristiano», el apellido es «pertenezco a la Iglesia»… Nadie llega a ser cristiano por sí mismo. Si creemos, si sabemos rezar, si conocemos al Señor y podemos escuchar su Palabra, si lo sentimos cercano y lo reconocemos en los hermanos, es porque otros, antes que nosotros, han vivido la fe y luego nos la han transmitido… Este camino lo podemos vivir no sólo gracias a otras personas, sino junto a otras personas… No podemos ser buenos cristianos si no es junto a todos aquellos que buscan seguir al Señor Jesús, como un único pueblo, un único cuerpo, y esto es la Iglesia” (25 de junio de 2014).

Necesitamos avanzar por este camino comunitario (sinodal) en la Iglesia y, en particular, en nuestra Diócesis de Teruel y Albarracín. Es vital para fortalecer nuestra fe y para hacer más eficaz la misión que el Señor nos ha confiado. Si nuestras comunidades progresan en fraternidad, hacia dentro, y en solidaridad, hacia fuera; otras personas podrán decir: “Mirad como se aman” y nuestra Iglesia crecerá “no por proselitismo, sino por atracción”, tal como señaló Benedicto XVI. En cambio, si en nuestros grupos y parroquias no se percibe más claramente la alegría de vivir como hermanos y hermanas, de poco servirán los esfuerzos por cuidar más las celebraciones, la catequesis y el servicio a los pobres.

El próximo sábado 2 de abril tendremos la ocasión de sentirnos Iglesia, en la Asamblea Diocesana, abierta a todos, que acogerá el Colegio Las Viñas. Juntos daremos un paso adelante en nuestro proceso sinodal, compartiendo reflexión, oración, experiencias, diversión y una buena paella. ¡Inscríbete en cualquier parroquia, cuanto antes! ¡Te esperamos!

 

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