Siempre me han llamado la atención las cartas cruzadas entre San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. Ignacio estaba en Europa y Javier había partido para un Oriente, entonces mucho más lejano que ahora. Ambos jesuitas eran buenos amigos y vivían con pasión sus respectivas misiones, con pesadas cruces que soportar y profundas alegrías que compartir. ¡Tenían tanto que decirse! pero sólo podían comunicarse a través de una carta garabateada en un trozo de papel, que tardaría meses en llegar, si llegaba a su destino.
Ahora disponemos de unos medios de comunicación inimaginables en el siglo XVI, pero muchas veces tenemos poco que contar. Cuando paseamos por las redes sociales encontramos alguna perla, sin duda alguna; pero nos topamos con demasiados mensajes sin sustancia y con ataques absurdos que no soportan medio minuto de reflexión. Por ello, en esta Jornada Mundial para las Comunicaciones Sociales, quiero recordar tres pasos que pueden favorecer una comunicación auténtica, en los medios y en la vida cotidiana.
El primero es la cercanía. Frente a tanta información fabricada en oficinas y a las opiniones que no se molestan en conocer la realidad, el Papa Francisco nos alentó a “desgastar las suelas de los zapatos”, para aproximarnos a los acontecimientos y a las personas que los protagonizan. Sólo así podremos “relatar la verdad de la vida que se hace historia”, mostrando tanto los fenómenos sociales más graves como las energías positivas que emanan de las bases de la sociedad (Mensaje para las Comunicaciones Sociales 2021).
El segundo paso es la escucha con los oídos del corazón. En su mensaje para esta Jornada de las Comunicaciones Sociales, el Santo Padre constata el hecho de que «estamos perdiendo la capacidad de escuchar a quien tenemos delante, sea en la trama normal de las relaciones cotidianas, sea en los debates sobre los temas más importantes de la vida civil… Existe realmente una sordera interior peor que la sordera física. La escucha, en efecto, no tiene que ver solamente con el sentido del oído, sino con toda la persona. La verdadera sede de la escucha es el corazón».
El tercer paso es el silencio, destacado por el sabio Papa Benedicto XVI: «Allí donde los mensajes y la información son abundantes, el silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial. Una profunda reflexión nos ayuda a descubrir la relación existente entre situaciones que a primera vista parecen desconectadas entre sí, a valorar y analizar los mensajes; esto hace que se puedan compartir opiniones sopesadas y pertinentes, originando un auténtico conocimiento compartido» (Mensaje para las Comunicaciones Sociales 2012).
Os animo a todos, hermanas y hermanos, especialmente a quienes os dedicáis a la noble profesión del periodismo, a favorecer una comunicación fiel a la realidad, enriquecida con la escucha y reflexionada en el silencio. Recibid un cordial saludo en el Señor.