Queridos amigos y amigas, acabamos de ver en este video el resultado de la intuición del obispo Antonio Algora y de las autoridades civiles de esta tierra que, hace 25 años, se pusieron manos a la obra, para que estos espacios despertaran de una larga noche de oscuridad y se llenaran de luz, luz para las mujeres y hombres de esta tierra, luz que atraviesa fronteras y atrae a tantas personas, que vienen a Teruel desde cualquier punto de España y del mundo. ¡Cómo atrae la luz del amor, sobre todo cuando viene envuelta en belleza!
Por eso, en esta tarde queremos hacer resonar una palabra: ¡gracias!, gracias a las instituciones y gracias a quienes han trabajado y seguís trabajando en este proyecto, que aúna tantos valores humanos, espirituales y culturales.
Permitidme que destaque tres espacios que recorremos sucesivamente cuando visitamos este lugar y que, a mi modo de ver, representan tres tipos de amor.
El Mausoleo, restaurado en 2005, es la sede del amor eterno de Isabel y Diego. Nos habla del amor interpersonal, del amor que mira a los ojos de la persona amada. Recuerda la necesidad de amar y ser amados para poder vivir, para compartir las mejores alegrías y afrontar las dificultades con esperanza.
La iglesia, una de las más bellas de Teruel, recuperada en 2004, evoca el amor de Dios y a Dios, del amor que mira hacia arriba y hacia adentro, un Amor con mayúsculas, que los creyentes descubrimos en el cariño de tanta gente buena que nos cuida y en los momentos en los que abrimos el corazón a la trascendencia; un amor que se queda cuando todos se han ido, un amor que nos resucita a una vida nueva.
Finalmente, el claustro y el jardín, recuperados en 2008 y 2015 respectivamente, nos devuelven pausadamente a la calle, a la vida cotidiana; donde el amor también es necesario, un amor sin fronteras, que mire en todas las direcciones y se detenga ante quienes más sufren. Si el amor interpersonal y el amor a Dios son verdaderos, no nos encierran en nosotros mismos, en nuestra pareja, en nuestra familia o en nuestra tribu, sino que nos abren a lo que el papa Francisco llama “caridad social y política”, un amor que requiere altas dosis de generosidad y sacrificio, y que nos conduce a la fraternidad universal y a la paz social.
Amor interpersonal, amor a Dios y amor social, tres tipos de amor, que estos espacios nos recuerdan y que, lejos de contrarrestarse, se complementan y se potencian. Muchas gracias.