En Carta desde la fe

 

Las semillas son pequeñas, casi insignificantes. ¡Cuántas semillas de trigo, cebada o maíz no habremos pisado por los caminos sin darnos cuenta! Sin embargo, cada semilla lleva en sí el secreto de una vida, si se entierra y se la deja fructificar. Algo así sucede con nuestra hoja diocesana, que muchos seguís llamando “Semilla evangélica”.

Nuestra Hoja Diocesana semanal, que ahora se denomina “Iglesia en Teruel y Albarracín”, es una semilla muchas veces ignorada, como los granos de trigo caídos en los rastrojos. A veces, ni siquiera podemos encontrarla en la entrada de algunos templos y no pocas personas, que participan en las celebraciones y actividades parroquiales, pasan de largo sin echarle una ojeada.

Por esto, hoy animo a los sacerdotes y a todos los que frecuentáis las iglesias de la Diócesis a valorarla y aprovecharla. Aunque sea una publicación humilde, puede ayudar a vivir la liturgia del domingo, a caer en la cuenta de algunos asuntos culturales y sociales que influyen en nuestra experiencia de fe, a estar al tanto de noticias que tienen que ver con la Iglesia, tanto en el mundo como en España, en Aragón y en nuestra Diócesis. Si conocemos lo que pasa en la Iglesia, será más fácil valorar y apoyar lo que tantos cristianos y cristianas hacen, por medio de un sinfín de iniciativas culturales, solidarias, formativas y celebrativas, para acercar el amor de Dios a los que sufren o necesitan su apoyo y su presencia.

Ya sé que muchos utilizáis las páginas web y las redes sociales para estar informados e incluso también para rezar, pero la Hoja Diocesana sigue siendo un instrumento útil para todos e imprescindible para los que no están familiarizados con las nuevas tecnologías, porque es como un vínculo físico con la comunidad diocesana. Os animo pues, a leer cada semana la Hoja Diocesana “Iglesia en Teruel y Albarracín”, para poder conocer y recomendar sus contenidos; también me atrevo a pediros que hagáis propaganda de ella y la llevéis a quienes no pueden acudir a la iglesia, pero se sienten unidos a ella como miembros de esta familia que es la Iglesia Diocesana.

Dios quiera que nuestra Hoja siga siendo semilla evangélica que, con la colaboración de todos y la bendición de Dios, dé buenos frutos en nuestras relaciones personales con Él y en nuestro compromiso cristiano en la Iglesia y en la sociedad.

Agradezco de corazón el trabajo de quienes confeccionáis nuestra publicación y la dedicación de los que, en cada parroquia, os encargáis de recogerla, ponerla a disposición de todos y difundirla. Ya sé que a veces es un esfuerzo poco reconocido, pero el Padre, que ve lo que hay en nuestros corazones, os lo recompensará.

Recibid mi cordial saludo en el Señor.

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