En Carta desde la fe, Obispo de Teruel y Albarracín

 

“A los pobres los tendréis siempre con vosotros” (Mc 14, 7). Así lo dijo el Señor y el papa Benedicto XVI nos lo recordó, en su encíclica “Deus charitas est”, al escribir: «El amor (caritas) siempre será necesario, incluso en la sociedad más justa. (…) Quien intenta desentenderse del amor se dispone a desentenderse del hombre en cuanto hombre. Siempre habrá sufrimiento que necesite consuelo y ayuda. Siempre habrá soledad. Siempre se darán también situaciones de necesidad material en las que es indispensable una ayuda que muestre un amor concreto al prójimo» (n. 28). También en nuestros pequeños pueblos, donde pensamos que todos tienen al menos lo necesario, hay pobrezas que hacen sufrir.

Esta advertencia no puede dejarnos indiferentes a quienes seguimos a Cristo. Él tuvo entrañas de misericordia ante los hambrientos, enfermos, desesperados, extraviados, descartados… y les ofreció pan, salud, esperanza, orientación, amor, en una palabra. Nosotros, sus discípulos, hemos sido enviados para continuar su tarea aquí y ahora, tanto personal como comunitariamente.

Por eso, el papa Benedicto afirmó que «practicar el amor hacia las viudas y los huérfanos, los presos, los enfermos y los necesitados de todo tipo, pertenece a la esencia de la Iglesia tanto como el servicio de los Sacramentos y el anuncio del Evangelio. Ella no puede descuidar el servicio de la caridad, como no puede omitir los Sacramentos y la Palabra» (DCE 22). De modo que, sin el ejercicio de la caridad, no hay comunidad cristiana.

Por ello, toda parroquia, tanto si es pequeña como si tiene muchos feligreses y está situada en un lugar donde el nivel de vida es más alto, debe preguntarse si es una verdadera comunidad samaritana para con las personas que sufren. No es suficiente que Cáritas diocesana u otras entidades atiendan a los pobres; es necesaria también la implicación de cada parroquia. Nos jugamos en ello nuestra fidelidad a Cristo.

Si en alguna parroquia no puede lograrse un grupo de Cáritas, nuestro Plan Pastoral prevé la creación de equipos de Cáritas en la unidad pastoral o en el arciprestazgo, «para que animen la caridad y promuevan el voluntariado». También podría asumir las funciones del grupo de Cáritas el Consejo de Pastoral o algún miembro de la comunidad, de modo que los mayores y enfermos sean acompañados, quienes vienen de lejos sean acogidos y los que tienen problemas económicos sean socorridos.

Pido al Señor que esta sensibilidad crezca cada día más en el corazón de todos los bautizados –pastores y laicos– y se plasme en iniciativas concretas.

Recibid un saludo muy cordial en el Señor.

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