In Carta desde la fe, Obispo de Teruel y Albarracín

 

Los jubileos cristianos, cuyo origen se remonta al Antiguo Testamento, siempre se han presentado como una ocasión propicia para la promoción de la justicia social, que permita vivir con dignidad a todas las personas, especialmente a las que habían caído en desgracia. De hecho, leemos en el Libro del Levítico: «Declararéis santo el año cincuenta y promulgaréis por el país la liberación para todos sus habitantes. Será para vosotros un jubileo: cada uno recobrará su propiedad y retornará a su familia» (25, 10).

Con motivo de la Campaña contra el Hambre de Manos Unidas, quisiera recordar la importancia de desarrollar esta dimensión social, en la que se verifica la conversión y la reconciliación personales propias de todo año jubilar. Así, san Juan Pablo II, al convocar el Jubileo del año 2000, hizo este llamamiento: «Se han de eliminar los atropellos que llevan al predominio de unos sobre otros: son un pecado y una injusticia… Asimismo, se ha de crear una nueva cultura de solidaridad y cooperación internacionales, en la que todos —especialmente los Países ricos y el sector privado— asuman su responsabilidad en un modelo de economía al servicio de cada persona».

En esta línea, el papa Francisco, propone a los gobernantes signos concretos que inviten a mirar al futuro con confianza: la condonación de la deuda que grava duramente el destino de algunas naciones; la eliminación de la pena de muerte y el respeto a la vida humana en todo su proceso natural, así como la constitución de un fondo mundial mediante la aplicación de un porcentaje del gasto en armamento, para destinarlo a eliminar el hambre, promover la educación y afrontar el reto del cambio climático. Al mismo tiempo, el Santo Padre nos pide a los cristianos que seamos instrumentos visibles de esperanza para quienes sufren.

El pasado año, gracias a vuestra generosidad y al trabajo de la Delegación de Manos Unidas en nuestra Diócesis de Teruel y Albarracín, se llevaron a cabo tres proyectos que han generado esperanza en personas y comunidades concretas. En la India un grupo de mujeres lograron iniciar pequeños negocios para garantizar el sustento de sus familias, a través de programas de formación y microcréditos; en Tanzania se construyó un sistema de captación y distribución de agua potable, para varias aldeas que carecían de acceso a este recurso vital; y en Cuba se apoyó un programa para ancianos con problemas de desnutrición.

El domingo que viene, la Campaña contra el Hambre de Manos Unidas nos ofrece la posibilidad de aportar nuestro granito de arena en la construcción de un mundo más justo y fraterno. Seamos generosos, especialmente en este año, para que los pueblos y personas más pobres puedan mirar al futuro con esperanza y experimentar la gracia del Jubileo.

Recibid un saludo muy cordial en el Señor.

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