Itinerario Jubilar: Tercer encuentro

TERCER ENCUENTRO

(Hospital de San José)

«…tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, estuve enfermo y me visitasteis…»

(Mt. 25, 35-36)

En este discurrir del itinerario jubilar quiero acogerte en la entrada del recinto del Hospital   “ San Jose”, lugar que desde 1913, donde se puso la primera piedra, se dedicado al cuidado de los enfermos. Han sido muchas las personas y vehículos  que han discurrido por este espacio por donde tu estas pisando.   

En la Campaña del enfermo del año 2022, el Papa Francisco en su mensaje nombra los centros sanitarios como “posadas del buen samaritano”, para acoger y curar a enfermos de todo tipo, sobre todo a aquellos que no encontraban respuesta a sus necesidades sanitarias.

Mientras recorres este camino que te lleva a las escaleras de entrada al hospital y a su capilla, invoca al Espíritu Santo. Haz silencio en tu corazón, coge aire y pronuncia en silencio, algo tan sencillo como ¡ Ven Señor Jesús y abre mi corazón!

El Papa Francisco, Bula de Convocación del Jubileo, “Spes non confundit”, en el nº 11 nos dice: “Que se ofrezcan signos de esperanza a los enfermos que están en sus casas o en los hospitales. Que sus sufrimientos puedan ser aliviados con la cercanía de las personas que los visitan y el afecto que reciben. Las obras de misericordia son igualmente obras de esperanza, que despiertan en los corazones sentimientos de gratitud. Que esa gratitud llegue también a todos los agentes sanitarios que, en condiciones no pocas veces difíciles, ejercitan su misión con cuidado solícito hacia las personas enfermas y más frágiles. Que no falte una atención inclusiva hacia cuantos hallándose condiciones de vida particularmente difíciles experimentan la propia debilidad, especialmente a los afectados por patologías o discapacidades que limitan notablemente la autonomía personal. Cuidar de ellos es un himno a la dignidad humana, un canto de esperanza que requiere acciones concertadas por toda la sociedad”

El Papa Francisco ha expresado su cercanía y compasión hacia los enfermos en diversas ocasiones. Aquí tienes algunas frases y reflexiones que reflejan su pensamiento sobre este tema:

  1. Cercanía a los enfermos: «Los enfermos son un tesoro para la Iglesia, porque nos enseñan a vivir la fragilidad con dignidad.»
  2. Valor del sufrimiento: «El sufrimiento de los enfermos es una oportunidad para que todos aprendamos a ser más humanos y solidarios.»
  3. Esperanza y fe: «La fe nos ayuda a encontrar sentido en el sufrimiento, y la esperanza nos sostiene en los momentos más difíciles.»
  4. Importancia de la atención médica: «Es un deber moral cuidar de los enfermos y garantizar que tengan acceso a la atención médica adecuada.»
  5. La presencia de Dios en el dolor: «Dios está presente en el sufrimiento de cada enfermo; Él nunca nos abandona, incluso en las horas más oscuras.»

TE INVITARIA A ENTRAR EN LA CAPILLA o SI LO PREFIERES QUEDATE EN LOS BANCOS ENFRENTE A LA ENTRADA DEL HOSPITAL SAN JOSE

No podemos vivir ese encuentro sin leer la parábola del buen Samaritano (Lucas 10,25-37):

En esto se levantó un maestro de la ley y le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?». Él respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo». Él le dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida». Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?».  Respondió Jesús diciendo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».

Para tener un encuentro con el Señor debemos dejar que cale la PALABRA en nuestro CORAZÓN y que seamos VALIENTES, para poder en silencio dejar que nos encontremos con nosotros mismos en presencia del Señor. Porque todos somos “sanadores heridos”.

1.- Todos tenemos heridas, podríamos estar al borde del camino, dedícate un minuto a pensar en las realidades que vives que te quitan vitalidad o quizá tengas una vulnerabilidad ( ( enfermedad)que te hace frágil. DESCUBRELAS, PON PALABRAS A LO QUE ESTAS VIVIENDO.

2.- Si te has reconocido herido, también descubrirás que aun con fragilidad puedes ser sanador para otros, puedes ser portador de esperanza. En la lectura aparece la figura del sacerdote y del levita…..ellos pasan de largo. El Samaritano es capaz de mirar al borde del camino, no está ensimismado con su propia vida. Y tú ¿Eres de los que pasan de largo o de los que miran al borde del camino, donde se encuentra el hermano?

3.- Si eres capaz de mirar, eres capaz de acercarte y curar las heridas de otros. Desde ese amor, sin esperar nada a cambio. ESO ES EL AMOR VERDADERO y SOLO AMANDO  ERES PORTADOR DE ESPERANZA. Él le pone aceite y vino en las heridas, las venda y lo monta en su cabalgadura. ¿Reconoces en ti, en tu vida, algunos DONES que poseas para CUIDAR y DAR ESPERANZA a otros?

Espero que este poema te inspire y brinde consuelo a quienes lo necesiten. La esperanza y la fe son poderosas herramientas para enfrentar los momentos difíciles. PIENSA EN ALGUIEN ENFERMO MIENTRAS LO RECITAS.

En la Luz de la Esperanza

En la sombra del dolor, te encuentro,
Dios de amor, en mi quebranto,
Tu mano suave me sostiene,
en cada lágrima que el alma contiene.

Cuando el cuerpo clama y se siente cansado,
Tu voz susurra: «No estás abandonado.»
En la noche oscura, brilla Tu estrella,
la esperanza renace, dulce centella.

Cada latido es un canto a la vida,
aunque el camino sea de heridas.
Tú eres el faro en mi tormenta,
la paz que en mi pecho se alimenta.

Los días grises no me asustan ya,
pues sé que en Ti siempre hallaré paz.
Eres refugio en mi fragilidad,
fortaleza eterna en la adversidad.

Así sigo adelante, con fe renovada,
sabiendo que en Ti mi alma es amada.
En cada sufrimiento hay un rayo de luz,
pues en mis sombras siempre brillas Tú.

I Encuentro

I Encuentro

II Encuentro

II Encuentro

III Encuentro

III Encuentro

IV Encuentro

IV Encuentro
Itinerario Jubilar: Tercer encuentro

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